miércoles, 25 de marzo de 2009

CAPITULO IX: Destrucción de la cultura en el Perú


El territorio peruano ya no es por cierto el incaico (el Imperio más vasto de la Historia Universal, al sur de la línea ecuatorial) y menos es el territorio virreinal del siglo XVII («lo que no es México, es el Perú»); pero todavía resulta suficientemente grande como para ser catalogado entre los más extensos de América del Sur.
La distribución de la población de hoy es, sin embargo, desigual. Lo mestizo acriollado predomina en la costa, al lado del pequeño porcentaje criollo y del diminuto afro peruano; todos ellos juntos a neo-mestizos de orientación cultural inubicable aún. La sierra es de predomino indio, especialmente en el sur, de Huancavelica a Puno, concentración antes llamada ¿racistamente? «la mancha india»; nombre que se cambió después por «trapecio andino» y que abarca también las partes altas de Arequipa, Moquegua y Tacna. La selva es mayoritariamente mestiza o india étnicamente hablando, con numerosas incrustaciones, de unos cuarenta grupos nativos selváticos.
El Perú carece de una cultura única. Diversas culturas coexisten en el país, bajo la hegemonía hoy de una orientación extranjerizante, yankee en lo medular, ampliamente difundida; «cultura» multiplicada por los medios de comunicación de masas.
Esta nueva «cultura» que arrasa todo lo peruano, ataca por tanto lo indio y lo negro; y también lo mestizo tradicional, aunque favorece en este ángulo étnico y clasista a quienes masivamente van adhiriéndose a «lo nuevo»; tal cual ocurre también en otros sectores y clases sociales.
Las nuevas formas «culturales» que se divulgan van destruyendo también la cultura criolla. Declaraciones más o menos recientes de Manuel Acosta Ojeda, Alicia Maguiña y la propia Chabuca Granda, así lo confirman. Y citamos sólo autores criollos de cultura musical porque es lo que más se conoce; lo que más llegó o llegaba a la colectividad criolla o blanco-mestiza.
La misma destrucción se observa en lo que toca a lo afro peruano y a la hermosa cultura mestiza de antaño (Ayacucho por ejemplo).
Y en cuanto a los Andes en general, todos conocemos de qué modo la ausencia casi total de proyectos peruanos integrales va haciendo retroceder a la cultura andina ancestral. La acción del Ministerio de Educación es casi nula al respecto. Algunos científicos sociales estiman que a este paso las culturas quechua, aymara y mestiza desaparecerán del todo en menos de medio siglo. Un asesinato cultural. Un etnocidio.
Lo más grave, pues, parece ser no la ausencia de unidad, sino la destrucción de todas las formas culturales del Perú. A todos nos viene arrasando una subcultura que mana de los peores programas de la televisión (con la indiferencia del Ministerio de Educación), de un pésimo fútbol convertido en filosofía cotidiana y de la que para sectores más jóvenes proviene de las discotecas baratas, miles hoy en el país. Esta amarga realidad es menester contrastarla con el hecho que el Perú ocupa actualmente el último lugar en consumo de papel de todo el continente americano (salvo Haití, menudo consuelo). Ecuador, y Bolivia nos llevan amplio margen al respecto.
El arte, en especial, ha desaparecido de las escuelas y de las universidades (hablamos en general) y lo mismo puede sostenerse de la educación física, que es también parte de la cultura y no se requiere recurrir a los griegos clásicos para sostenerlo.
Por último, para ilustración agregaremos que existen cientos de definiciones de cultura. Una síntesis podría conducir a definir, al lado de algunos antropólogos, que cultura es todo lo que el hombre crea para satisfacer sus necesidades, tanto materiales como espirituales. En tal sentido forman parte de la cultura un modesto clavo y una partitura de Beethoven, por dar dos ejemplos.
No falta quienes consideran que la cultura es algo secundario. Se equivocan de medio a medio. Uno de los mayores pensadores sociales del Perú del siglo XX expresó: «...La burguesía es fuerte y opresora no sólo porque detenta el capital sino también porque detenta la cultura. La cultura es uno de sus principales, uno de sus sustantivos instrumentos de dominio. El capital es expropiable violentamente. La cultura, no. Y en manos de la burguesía, la cultura es un arma eminentemente política, un arma reaccionaria, un arma contrarrevolucionaria. La cultura es el mayor gendarme del viejo régimen».
Hoy en día predomina la cultura chatarra que es la que se difunde ampliamente en el país con la indiferencia del Estado.

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