viernes, 27 de marzo de 2009

ANEXO: "LA HISTORIA DE LA CONQUISTA ES LA HISTORIA DE LA EXPLOTACION" Por: Julio C. Tello.

Nada puede simbolizar mejor el carácter de la civilización del conquis­tador como el puñal; ni nada puede simbolizar mejor el carácter de la civilización del indio como la piedra. El conquistador representa la civilización del hierro y de la pólvora. El indio representa la civilización del oro y la piedra. El primero estaba en posición mucho más ventajosa que el segundo en las artes de la guerra o de matar a los hombres. El segundo estaba en posición mucho más ventajosa que el primero en las artes de asegurar la paz entre los hombres. La honda y la porra no podían competir con la espada y el cañón.
El oro y los grandes recursos económicos del indio, eflorescencias de las artes de la paz -motivo principal de la codicia de les aventureros españoles podían ser conseguidos fácilmente gracias al poderoso auxilio del acero y la pólvora. Los peruanos fueron conquistadores no como se cree general­mente, por la inferioridad de su raza o de su civilización: sino, precisamente, por la superioridad de su civilización. Los pueblos salvajes son difícilmente conquistados. Sólo una gran nación como el Tahuantinsuyo, que poseía enor­mes tesoros acumulados por muchas generaciones, grandes vías de comu­nicación, tambos o almacenes de ropas y de víveres repartidos por todo su vasto territorio, industrias y artes florecientes. Y una población de más de diez millones de habitantes, sabiamente organizados a base de orden, traba­jo y cooperación, pudo despertar la ambición Y la codicia, el esfuerzo des­medido y hasta el sacrificio heroico de los hombres de la conquista.
Frente a las grandiosas obras de los indios y de sus valiosas riquezas era necesario afanarse por asegurar la posesión definitiva de dichas rique­zas y el dominio absoluto de la raza que las creó. Este dominio y esta posesión de riquezas se lograron gracias a la espada y la pólvora.
La historia del descubrimiento y de la conquista no es. en rigor, sino la historia de la explotación de la raza peruana y de las riquezas acumuladas por ella. El espíritu que impera en la obra incaica, en las gigantescas obras de la metrópoli cuzqueña, es el espíritu de la piedra. La piedra es símbolo y testimonio del genio de la raza, de su austeridad, de su labor silenciosa y perseverante, de su esfuerzo incansable y resistente de su habilidad espe­cializada en las artes y de su poder de organización cooperativa.
El genio de la raza indígena tuvo su más alto exponente en la vieja ciudad del Cuzco. El Cuzco no sólo fue la ciudad de la piedra. Sino fiie la ciudad del oro, y el cerebro y corazón de la raza peruana.
El imperio de los Incas era grande no sólo por sus diez millones de habitantes, por su extensión territorial que ocupaba casi la mitad de Sudamérica, sino por su admirable organización política, por su gran poten cia económica, por su unidad de lenguas, de religión y, en suma, por el progreso alcanzado en sus artes. comercio e industrias.
El Perú fue vencido y conquistado no porque fuera un pueblo bárbaro, sino porque era una nación civilizada y próspera.