viernes, 27 de marzo de 2009

ANEXO: "LA HISTORIA DE LA CONQUISTA ES LA HISTORIA DE LA EXPLOTACION" Por: Julio C. Tello.

Nada puede simbolizar mejor el carácter de la civilización del conquis­tador como el puñal; ni nada puede simbolizar mejor el carácter de la civilización del indio como la piedra. El conquistador representa la civilización del hierro y de la pólvora. El indio representa la civilización del oro y la piedra. El primero estaba en posición mucho más ventajosa que el segundo en las artes de la guerra o de matar a los hombres. El segundo estaba en posición mucho más ventajosa que el primero en las artes de asegurar la paz entre los hombres. La honda y la porra no podían competir con la espada y el cañón.
El oro y los grandes recursos económicos del indio, eflorescencias de las artes de la paz -motivo principal de la codicia de les aventureros españoles podían ser conseguidos fácilmente gracias al poderoso auxilio del acero y la pólvora. Los peruanos fueron conquistadores no como se cree general­mente, por la inferioridad de su raza o de su civilización: sino, precisamente, por la superioridad de su civilización. Los pueblos salvajes son difícilmente conquistados. Sólo una gran nación como el Tahuantinsuyo, que poseía enor­mes tesoros acumulados por muchas generaciones, grandes vías de comu­nicación, tambos o almacenes de ropas y de víveres repartidos por todo su vasto territorio, industrias y artes florecientes. Y una población de más de diez millones de habitantes, sabiamente organizados a base de orden, traba­jo y cooperación, pudo despertar la ambición Y la codicia, el esfuerzo des­medido y hasta el sacrificio heroico de los hombres de la conquista.
Frente a las grandiosas obras de los indios y de sus valiosas riquezas era necesario afanarse por asegurar la posesión definitiva de dichas rique­zas y el dominio absoluto de la raza que las creó. Este dominio y esta posesión de riquezas se lograron gracias a la espada y la pólvora.
La historia del descubrimiento y de la conquista no es. en rigor, sino la historia de la explotación de la raza peruana y de las riquezas acumuladas por ella. El espíritu que impera en la obra incaica, en las gigantescas obras de la metrópoli cuzqueña, es el espíritu de la piedra. La piedra es símbolo y testimonio del genio de la raza, de su austeridad, de su labor silenciosa y perseverante, de su esfuerzo incansable y resistente de su habilidad espe­cializada en las artes y de su poder de organización cooperativa.
El genio de la raza indígena tuvo su más alto exponente en la vieja ciudad del Cuzco. El Cuzco no sólo fue la ciudad de la piedra. Sino fiie la ciudad del oro, y el cerebro y corazón de la raza peruana.
El imperio de los Incas era grande no sólo por sus diez millones de habitantes, por su extensión territorial que ocupaba casi la mitad de Sudamérica, sino por su admirable organización política, por su gran poten cia económica, por su unidad de lenguas, de religión y, en suma, por el progreso alcanzado en sus artes. comercio e industrias.
El Perú fue vencido y conquistado no porque fuera un pueblo bárbaro, sino porque era una nación civilizada y próspera.

CAPITULO XIII: Nuestros símbolos patrios

La gran mayoría de los peruanos, que amamos esta maravillosa tierra, respetamos los símbolos patrios. El Perú es único, grande, por eso recientemente Machu Picchu, ha sido reconocida como una de las siete maravillas del mundo; nuestros símbolos patrios son sagrados. Estos son:
Himno Nacional, que es un canto a la libertad, La Bandera de tres franjas verticales, rojo, blanco y rojo; el rojo significa la sangre de miles de héroes que dieron su vida defendiendo al Perú y el color blanco significa la paz que siempre anhelamos todos los peruanos. El escudo, es el símbolo de la soberanía peruana, con sus tres figuras que representan las riquezas que posee nuestro Perú en sus tres reinos, animal, vegetal y mineral. Y por ultimo la escarapela, a través de ella demostramos nuestro patriotismo.

La Bandera Nacional
Es el máximo símbolo de la Patria. Identifica al Perú y lo distingue del resto de los demás países. Refleja en sus colores y pliegues nuestra alma colectiva, por eso se le debe respeto y veneración. La Constitución señala que los símbolos de la Patria son: la bandera, de tres franjas verticales con los colores rojo, blanco y rojo, además del Escudo y el Himno nacional. El 25 de febrero de 1825, un decreto de Bolívar determinó las características de nuestra bandera, que se mantienen hasta la actualidad. Es la misma que acompaña a nuestros ejércitos en los campos de batalla, con su color rojo que se ha hecho más intenso con la sangre de miles de héroes que dieron su vida defendiéndola, para que el Perú sea cada vez más desarrollado y libre.

El Escudo Nacional
Es el símbolo de la soberanía del Estado peruano. Tiene gran fuerza expresiva y belleza, además es emblema representativo de nuestro país. Al igual que la bandera, se estableció definitivamente el 25 de febrero de 1825, en ley promulgada por Simón Bolívar. El Escudo nacional está dividido en tres partes: en el costado superior izquierdo figura la vicuña sobre un fondo azul celeste. En el lado superior derecho y con fondo blanco está el árbol de la quina; y debajo de las dos anteriores y con fondo rojo, una cornucopia derramando monedas. Con estas tres figuras se representan las riquezas que posee el Perú en los tres reinos naturales: animal, vegetal y mineral.

El Himno Nacional
Emblema y símbolo sonoro de la Patria, es una composición poética y musical que perenniza la gesta libertaria del Perú (1821). Don José de San Martín convocó a concurso para establecer la letra de lo que sería el Himno Nacional o Marcha Nacional del Perú.
Entre seis canciones presentadas, fue escogida la de don José de la Torre Ugarte (letra) y don José Bernardo Alcedo (música). La Ley del 15 de abril de 1822 la reconoció como Himno Nacional del Perú, y consta de seis estrofas, aunque normalmente sólo se canta la primera.
Algunos historiadores han afirmado que la letra de nuestro himno ha sufrido cambios, y que lo que se entona en la actualidad difiere mucho de la letra original escrita por De la Torre Ugarte. Sin embargo, es indiscutible que este símbolo patrio es una joya histórica, por lo tanto debe conservar la integridad y el carácter que le imprimieron sus autores y el propio pueblo peruano, recogiendo el mensaje de los fundadores de la República.
Nuestro Himno Nacional está considerado, junto con la "Marsellesa" (himno francés) uno de los himnos nacionales más hermosos del mundo.

OTROS SIMBOLOS PATRIOS:

Escarapela
El artículo quinto del Decreto Expedido por Simón Bolívar, y refrendado por su ministro Hipólito Unánue el 25 de febrero de 1825, señala lo siguiente "La Escarapela será de color blanco encarnado, interpolados".

La Bandera de Guerra
La Bandera de Guerra es el emblema nacional de modelo único que se entrega a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional para ceremonias, paradas, desfiles y para distinguirlas cuando están activas. Lleva el nombre de la unidad a la que pertenece, es de seda llana y ostenta sólo premios y condecoraciones conquistadas en acción de armas. En casos de conflictos bélicos o acciones armadas, nuestras instituciones militares y policiales portan nuestra gloriosa Bandera de Guerra.

miércoles, 25 de marzo de 2009

CAPITULO XII: Mi tierra Perú

La tierra de mil Contrastes.

Mi patria Perú tiene un nombre que significa abundancia, su edad se pierde en los milenios de la prehistoria y su riqueza se basa en la biodiversidad, en la multiplicidad de sus zonas de vida y de los grupos humanos que lo habitan.

Un breve análisis permitirá que conozcamos la biodiversidad, cultura, tradición y gente que constituye el territorio Peruano….

Perú como Biodiversidad

El Perú es uno de los países más valiosos del planeta tierra, por su altísima diversidad de paisajes, recursos vivos o biodiversidad, sus riquezas minerales y la contribución valiosa de su gente al bienestar, del mundo. Sin el mundo seria pobre y famélico.

DIVERSIDAD DE PAISAJES Y ECOSISTEMAS:
El Perú posee una alta biodiversidad ecológica de climas, de pisos ecológicos y zonas de producción, y de ecosistemas productivos.
En bosques tropicales es el segundo país en América latina (después de Brasil) y el cuarto a nivel mundial, posee el 13% de los bosques tropicales amazónicos. En superficie total de bosques es el octavo a nivel mundial.
Se reconocen 11 ecorregiones , que comprenden el mar frió , el mar tropical , el desierto costero , el bosque seco ecuatorial , el bosque tropical el pacifico la serranía esteparia , la puna el páramo , los bosque de lluvia de altura ( selva alta) , el bosque tropical amazónico selva baja y la sabana de palmeras . De las 117 zonas de vida reconocidas por el mundo 84 se encuentran en el Perú. De los 32 tipos de climas de la tierra en el Perú se encuentran 28.
E n el territorio nacional se encuentran ecosistemas reconocidos a nivel mundial por su altísima diversidad d especies como el mar frió de la corriente peruana; los bosques secos en la costa norte ; la puna: la selva alta y los bosques tropicales amazónicos , donde la diversidad de especies llega a su máximo expresión.
La alta diversidad de ecosistemas de ecosistemas a permitido el desarrollo de numerosos grupos humanos con culturas propias y destacables logros tecnológicos, culinarios y culturales.

Posee la cordillera nevada mas grande de los trópicos que es la cordillera blanca
DIVERSIDAD DE ESPECIES:
El Perú posee una muy alta diversidad de especies, a pesar de los registros incompletos y fragmentados.
Al menos 25 mil especies de plantas (10% del total mundial) de las cuales un 30% son endémicos. Es el quinto país del mundo en numero de especies; 1ª en numero de especies de plantas de propiedades conocidas y utilizadas por la población (4400 especies-); y primera en especies domesticadas nativas (182) . Es el primer país en numero de especies de orquídeas y posee la orquídea mas grande del planeta; que llega ha trece metros de altura y se encuentran en Huachucolpa (Huancavelica) . Posee la planta con el fruto mas grande de la tierra, el zapallo lacre, cuyo fruto puede llegar a pesar mas de 70 kilos . En lo referente a la fauna , es el primero en peces ( 2 mil especies , 10% del total mundial ); el primero en aves ( 1816 especies) ; el 3ª en anfibios ( 379 especies) ; el tercero en mamíferos ( 462 especies) , y el primero en mariposas

Es el primer país en variedades de papas ( 3000 ), de ajíes , de maíz (36 eco tipos ), de granos andinos ( quinua , quiwicha , cañigua ), y de tubérculos y raíces andinos .

Diversidad humana y Cultural

SOMOS PROMOTORES DE LA CULTURA:
El comienzo de la civilización y la cultura en el Perú tiene sus raíces hundidas en la oscuridad de los tiempos prehistóricos. Se supone que las primeras manifestaciones artísticas que sean encontrados son ceramios y textiles que datan el año 2100 a.C. Desde entonces, el habitante de estas regiones nunca ha cesado de producir cultura.

Desde la refinada cerámica y escultura en piedra de Chavin ( 850 a.C.) hasta la arquitectura del imperio inca , pasando por las innumerables culturas locales que incluyen las maravillosas telas bordadas de Paracas , hubo en el arte Precolombino una constante y abundante producción del arte . Entre lo poco que sobrevivió de su literatura, que era solamente oral, esta felizmente la “apu Inca Atawalpaman “, una hermosa elegía que conmemora la muerte del ultimo Inca y que se conservo en Quechua, versión oral.



EL PAIS DE TODAS LAS LENGUAS:
Pocos países del mundo poseen una riqueza de lenguas como el Perú. Sobre el substrato de lengua indígenas, quechua y Aymará, principalmente, mas la docena de troncos lingüísticos amazónicos, de los que se derivan 38 lenguas diferente, el Castellano traído por los españoles garantiza la comunicación entre todos los peruanos. Somos un país multilinguisitco (variedad de lenguas).

DEJAME QUE TE CANTE:
El signo mas destacado de la música en el Perú es una diversidad tan rica como su naturaleza y culturas. La expresión musical es tan antigua como la presencia del hombre y esta reflejada en los restos de instrumentos y en la representación de ceremonias en vasijas precolombinas.
Este rasgo indica la gran variedad de estilos musicales del Perú, fruto de las diversas costumbres culturales y expresiones folklóricas. Pues tenemos nuestro ritmo Afro peruano al ritmo del cajón , danzantes de tijeras ; que muestran la agilidad acrobacias de la cultura chanca , festival de colores donde las ñustas alegres bailan, danzas indígenas de los de los ashanincas ; Y la delicadeza de la marinera al son del cortejo y enamores. Y si quieres seguir la fiesta vaya a una Peña y baila con tus amigos. “Tenemos Alas en los pies; Ritmo en el Corazón.”


TEJIDO MILENARIO EN EL PERU:
Las grandes culturas peruanas urden un brillante legado de tejidos, cerámicas, orfebrerías, y esculturas del gran refinamiento. El genio creativo desarrolla un arte colonial esplendorosos con técnicas europeas. Y en el siglo XX, los estilos autóctonos enriquecen a las vanguardias.

MUCHAS ARQUITECTURAS:
La arquitectura Peruana esta hecha de las verdades del paisaje, del clima, de lo funcional y de los materiales. Es diversa y armónica a la vez, practica, brillante, sorprendente en su monumentalidad e hilvanada por una serie de rasgos comunes de ingenio y audacia que se repiten en el espacio y el tiempo.


LA CIENCIA PERUNA UNA HERENCIA MILENARIA:
Al terminar el siglo, el Perú afronta el reto de construir un sistema de ciencia y tecnología que resucite el espíritu practico y científico de las antiguas culturas, Aquellas que fueron capaces de sobrevivir gracias a su agudo sentido tecnológico, y al alto grado de organización social que alcanzaron.

PALADARES MULTIPLES:
Frecuentemente se atribuye al Perú la mejor cocina de América Latina. Sin duda, esta merecida fama procede de la capacidad de nuestra cocina para adaptar e integrara en una personalidad propia las sucesivas influencias que a lo largo de la historia han tenido las gastronomías foráneas. Una gastronomía sin limites; la cocina peruana refleja lo que es el país: Un universo fascinante , complejo y misterioso a la vez . Con razón, esta considerada una de las cocinas mas variadas y gustosas de todo el planeta. La personalidad culinaria del Perú radica tanto en la diversidad de microclimas y regiones de nuestro territorio como en la extraordinaria permeabilidad a las influencias externas.[1]
[1] COMERCIO (2000)

CAPITULO XI: Factor histórico y económico

Un elemento constitutivo de la nación es un pasado común; la sensación de haber compartido una historia. Pues bien, este elemento no se da plenamente en el Perú. Debemos aclarar que hemos vivido siglos a partir de 1532 dentro de un territorio, pero no fraternalmente. A veces enfrentados sangrientamente (Túpac Amaru sería el ejemplo mayor con ciento veinte mil muertos en un espacio demográfico que no pasaba del millón de habitantes). El racismo, igualmente, nos ha dividido muchísimo. De allí la importancia de la futura acción magisterial y cultural en general para restañar aquellas heridas y tratar de lograr, como lo quería Ventura García Calderón, un «mea culpa» del sector criollo.
Felizmente contamos con un pasado que sí nos une. Curiosamente, es el que no hemos vivido conjuntamente, el del Incario, el de las épocas prehispánicas en suma. En torno a ese gran tronco antiguo se han dado cita casi todos los peruanos. No es mucho, pero es un excelente punto de partida. Se dirá que es más emoción y sentimiento que otra cosa, pero ya es un inicio. Sobre ese horizonte se unen un Manuel González Prada, un Emilio Choy, un Fernando Szyszlo, un Nicomedes Santa Cruz, un Julio C. Tello, una Tilsa Tsuchiya, un Martín Chambi y un Evaristo Nigkuak. Sin diferencias de ideología y aún de clase social. Porque eso es la nación, entelequia por encima de categorías ajenas a la identidad.
Factor de sostén de la nación es la idea de un porvenir compartido por todos los que la integran. En el Perú se ha ido desarrollando poco a poco esta noción. A menudo han sido los invasores extranjeros, sobre todo los chilenos durante la Guerra del Pacífico, quienes con sus tropelías contribuyeron a dar a los peruanos andinos de las comunidades la idea de pertenencia al Perú, según tesis elaborada por algunos autores; ello primordialmente respecto a la vinculación de los pobladores del agro con la sociedad urbana blanco-mestiza.
En la actualidad, sin duda, una mayoría ve un Perú proyectado hacia el futuro, pero probablemente gruesos sectores tienen ideas algo distintas sobre aquel mañana. No todos ven un porvenir compartido, lo cual acrecienta el rol que deberá desempeñar el magisterio para consolidar lo que se entiende como Perú.
La nación requiere de unidad económica, relativa por lo menos. Entiéndase que no se trata de igualdad económica. La constitución de la nación es ajena a las clases sociales y a sus luchas internas. Requiere sí una integración económica, aunque fuese muy injusta. De esta suerte, la mayoría abrumadora de peruanos estamos integrados, en una u otra forma, a un sistema que posee, no obstante, varias aristas diferentes y hasta más de un modo de producción. El panorama se complica si miramos hacia el pasado, pues época hubo en que se registraban distintos sistemas en el país (esclavista, comunista primitivo, feudal, protocapitalista, etc.). Quizá fue el Haya de la Torre de la década del veinte y del treinta el primero en relevar esta dispar y simultánea conformación de la colectividad peruana. Lo hizo con su conocida metáfora del viaje a lo largo de la Historia Universal, concebida al cruzar por el país, saltando de una etapa histórica a otra, desde el comunismo tribal de grupos amazónicos hasta enclaves imperialistas del capitalismo.
En la actualidad sólo diminutos grupos selváticos marginales escapan a una vertebración económica «nacional»; en diversas proporciones, muy diversas, todos se orientan desigualmente hacia un mercado, que controla el grupo blanco­mestizo, el cual a su vez depende de fuerzas del exterior.
Sociedad semicolonial dependiente, el Perú vive un «capitalismo salvaje» si aceptamos la clasificación de Juan Pablo II en relación a los países en los que prima el «todo vale» en pos de la riqueza. Pero en verdad, se trataría de un paleo­capitalismo , extremadamente desigual en su desarrollo y con vigorosos rezagos de épocas supuestamente pretéritas (feudalismo andino colonial: despotismo incaico, etc.).

CAPITULO X: Factor psicológico e identidad

En lo que vulgarmente se llama «psicología», criollos e indígenas hemos diferido hondamente. Aún más, también se ha registrado una variante regional entre el criollo costeño y el criollo andino. La gente de la costa que es o se siente criolla ha heredado mucho o poco de la ligereza andaluza de esos siglos y del carácter festivo de muchos sectores negros; no sabemos desde cuándo el negro fue así o si se volvió así al llegar a América, como un modo de resistir la dominación; pero el hecho es que su temperamento aparece casi siempre burlón, donoso, festivo. Hasta ahora se nota en los grupos que sobreviven.
El criollo de los Andes, se impregnó bastante de la formalidad indígena, (quechua, aymara o de otras etnias). Las diferencias entre los dos grupos de criollos habrían empezado en la misma cuna. Siendo siempre de clases altas o medias, tanto unos como otros contaron con ayas (amas de leche) de origen negro e indio, respectivamente. Mucho se transmitió de ellas a los críos en esos años y en los de la infancia, dejando huella indeleble.
Demás decir que los mestizos, casi siempre de madre nativa, heredaron el temperamento materno; era con sus madres con quienes vivían. Se transmitió mucho de la llamada «tristeza andina», producto del medio social y tal vez también del paisaje solitario y rudo. La gente es más formal, seria y hasta solemne.
En todo caso, esos elementos psicológicos no eran permanentes, inherentes (esto sería racismo), tal como lo prueba el caso de la transformación mental del andino de estos tiempos afincados en la costa o en las grandes ciudades de selva y hasta de la sierra. «Serrucho», una tira cómica de hace medio siglo, ya ironizaba sobre los indígenas «avivados» que sobrepasaban en habilidad a los criollos. En la actualidad los «achorados», ya en un extremo inconveniente, revelan con su conducta hasta qué punto puede darse la velocidad de transformación en el espíritu de la gente. El achorado, en efecto, sobrepasa la agresividad criolla y puede llegar al delito.
El chino y el japonés trajeron el equilibrio de su formación budista, identificada aquí con parsimonia. Nada sabemos de los canacas, inmigrantes esclavizados de la Polinesia, exterminados con rapidez en las haciendas cañeras, donde trabajaban en condiciones inhumanas al lado de los chinos. Venían del comunismo primitivo; apenas si conocemos por datos sueltos que se suicidaban con frecuencia, inadaptables lógicamente para el trabajo sistematizado. O se dejaban morir de hambre, a pesar de los rebencazos de los capataces que con frecuencia eran afro peruanos.
En el mismo sentido, Jesús Martín-Barbero plantea que necesitamos dejar de oponer las culturas autóctonas, “como mundo de nuestra autenticidad, de autoctonía, de nuestra verdad profunda versus el mundo de los medios masivos como el mundo de la frivolidad y de la pura actualidad instantánea.”[1]

[1] Martín-Barbero, Jesús (1999) “Las transformaciones del mapa cultural: una visión desde América latina.” En Revista Ámbitos N° II. Pág. 9. Bogotá, Colombia.

CAPITULO IX: Destrucción de la cultura en el Perú


El territorio peruano ya no es por cierto el incaico (el Imperio más vasto de la Historia Universal, al sur de la línea ecuatorial) y menos es el territorio virreinal del siglo XVII («lo que no es México, es el Perú»); pero todavía resulta suficientemente grande como para ser catalogado entre los más extensos de América del Sur.
La distribución de la población de hoy es, sin embargo, desigual. Lo mestizo acriollado predomina en la costa, al lado del pequeño porcentaje criollo y del diminuto afro peruano; todos ellos juntos a neo-mestizos de orientación cultural inubicable aún. La sierra es de predomino indio, especialmente en el sur, de Huancavelica a Puno, concentración antes llamada ¿racistamente? «la mancha india»; nombre que se cambió después por «trapecio andino» y que abarca también las partes altas de Arequipa, Moquegua y Tacna. La selva es mayoritariamente mestiza o india étnicamente hablando, con numerosas incrustaciones, de unos cuarenta grupos nativos selváticos.
El Perú carece de una cultura única. Diversas culturas coexisten en el país, bajo la hegemonía hoy de una orientación extranjerizante, yankee en lo medular, ampliamente difundida; «cultura» multiplicada por los medios de comunicación de masas.
Esta nueva «cultura» que arrasa todo lo peruano, ataca por tanto lo indio y lo negro; y también lo mestizo tradicional, aunque favorece en este ángulo étnico y clasista a quienes masivamente van adhiriéndose a «lo nuevo»; tal cual ocurre también en otros sectores y clases sociales.
Las nuevas formas «culturales» que se divulgan van destruyendo también la cultura criolla. Declaraciones más o menos recientes de Manuel Acosta Ojeda, Alicia Maguiña y la propia Chabuca Granda, así lo confirman. Y citamos sólo autores criollos de cultura musical porque es lo que más se conoce; lo que más llegó o llegaba a la colectividad criolla o blanco-mestiza.
La misma destrucción se observa en lo que toca a lo afro peruano y a la hermosa cultura mestiza de antaño (Ayacucho por ejemplo).
Y en cuanto a los Andes en general, todos conocemos de qué modo la ausencia casi total de proyectos peruanos integrales va haciendo retroceder a la cultura andina ancestral. La acción del Ministerio de Educación es casi nula al respecto. Algunos científicos sociales estiman que a este paso las culturas quechua, aymara y mestiza desaparecerán del todo en menos de medio siglo. Un asesinato cultural. Un etnocidio.
Lo más grave, pues, parece ser no la ausencia de unidad, sino la destrucción de todas las formas culturales del Perú. A todos nos viene arrasando una subcultura que mana de los peores programas de la televisión (con la indiferencia del Ministerio de Educación), de un pésimo fútbol convertido en filosofía cotidiana y de la que para sectores más jóvenes proviene de las discotecas baratas, miles hoy en el país. Esta amarga realidad es menester contrastarla con el hecho que el Perú ocupa actualmente el último lugar en consumo de papel de todo el continente americano (salvo Haití, menudo consuelo). Ecuador, y Bolivia nos llevan amplio margen al respecto.
El arte, en especial, ha desaparecido de las escuelas y de las universidades (hablamos en general) y lo mismo puede sostenerse de la educación física, que es también parte de la cultura y no se requiere recurrir a los griegos clásicos para sostenerlo.
Por último, para ilustración agregaremos que existen cientos de definiciones de cultura. Una síntesis podría conducir a definir, al lado de algunos antropólogos, que cultura es todo lo que el hombre crea para satisfacer sus necesidades, tanto materiales como espirituales. En tal sentido forman parte de la cultura un modesto clavo y una partitura de Beethoven, por dar dos ejemplos.
No falta quienes consideran que la cultura es algo secundario. Se equivocan de medio a medio. Uno de los mayores pensadores sociales del Perú del siglo XX expresó: «...La burguesía es fuerte y opresora no sólo porque detenta el capital sino también porque detenta la cultura. La cultura es uno de sus principales, uno de sus sustantivos instrumentos de dominio. El capital es expropiable violentamente. La cultura, no. Y en manos de la burguesía, la cultura es un arma eminentemente política, un arma reaccionaria, un arma contrarrevolucionaria. La cultura es el mayor gendarme del viejo régimen».
Hoy en día predomina la cultura chatarra que es la que se difunde ampliamente en el país con la indiferencia del Estado.

CAPITULO VIII: Las rivalidades regionales

Lo más grave respecto al contradictorio paisaje del Perú es la tendencia a la rivalidad. Herencia de tribus indias, gitanerías españolas y fratrias africanas, el hecho es que existe una enfermiza tendencia al antagonismo. Chinos, nipones y canacas agravaron el cuadro.
Primero, las regiones tradicionales. Aquí también se registra una herencia antigua. Los andinos pre-hispánicos menospreciaban a los de la costa, viéndolos como ociosos y flojos para cosas de guerra. Mayor fue esta tendencia bajo los reyes Incas que aludían a veces a los costeños llamándolos «perros». Pero también esos quechuas creadores del Imperio menospreciaban a los de las punas a los que llamaban chutus, llacuaces y collas. E igualmente despreciaban a los selváticos contemplándolos como gente atrasada. Tales convicciones constan en muchas fuentes antiguas, empezando por las indígenas, como las de Guaman Poma, Titu Cusi Yupanqui (que fue Inca rey de Vilcabamba) y Santa Cruz Pachacuti Yamqui.
La conquista española agravó estas oposiciones regionales. El vocablo serrano, tan respetable en otros países, ­habría de convertirse casi en un insulto (aunque el serrano aludido fuese «blanco»), tanto en la costa como en la selva. Piénsese que los «serranos» eran antes la mayoría del país para comprobar desde otro ángulo la insensatez.
La ley de regionalización demostraría la gravedad de las fracturas comarcanas internas (1988). Nadie quería estar con nadie. El caso extremo fue el del departamento de Arequipa, rechazado como copartícipe por todos sus vecinos. Pero no menos absurda es la situación de Lima y El Callao que constituyen un solo bloque urbano, se negaban (y se niegan) a integrarse como una región única (y especial además). Para todo orden de asuntos antagonizaban, conflicto que volvió a presentarse en 1996, a nivel municipal. Asimismo, jamás llegó a funcionar bien la llamada Región modelo, la Grau, a causa de viejas rencillas entre Piura y Tumbes.
Pero hay más. Rara vez se ha contemplado el problema de las rivalidades entre ciudades, factor nada desdeñable en un país todavía de temperamento tribal como el Perú, con rencillas ancestrales a menudo absurdas, pero vigentes y hasta crecientes. Gran parte del mal llamado regionalismo procede aquí de estas riñas entre mistis y criollos pudientes de cada zona, las que de un modo u otro impregnan las conciencias de las clases medias; clases medias que, como son esencialmente burocráticas, temen perder su status oficial con los desplazamientos y cambios de linderos que vendrían.
En suma, no hay regiones en el sentido que algunos piensan. Las tensiones, a veces violentas, entre Iquitos y Pucallpa, Huancayo y Jauja, Juliaca y Puno, Cuzco y Sicuani, Piura y Tumbes, entre otras, así lo revelan.
En los últimos dos decenios viene notándose un aumento de un regionalismo neo-indigenista; al menos en el nombre. Un gran cartel anuncia en el Mantaro que uno llega a la nación huanca. El Cuzco asienta cada vez más su regionalismo incaico y no cesa de llamarse «la Ciudad Imperial», que sin duda lo fue. En Puno hemos percibido dos tendencias: una aymara y otra integradora, a la que llaman colla (El Collao). Incluso en la costa se percibe nítidamente en Piura un acercamiento a los tallán y a Vicús, a menudo con fuerza. En Chiclayo es cada día mayor la búsqueda de identidad norcosteña a través de la antigua etnia de los Lambayeque y hasta una voluminosa y erudita revista universitaria apela al nombre de «Identidad Norteña» (Lambayeque). En Andahuaylas es constante hablar de los chancas y exaltar su rivalidad con los de la nación inca. Y así sucesivamente.
En Lima no se perciben casi estas tendencias, a causa de la alienación de la capital; alienación que incluye sobre todo a los provincianos recién llegados, iletrados en buena proporción, ganados por el su¡ generis «modernismo», que a todos nos agobia. Por esta causa no son muchas las personas que tratan de atisbar lo que se esconde tras cada denominación regional indígena.
Apuntaremos también que este neorregionalismo presenta la ventaja de ofrecer, en buena medida, una reivindicación de lo indio, dado que se apela a nombres del pasado remoto del Perú; pero cada uno de esos nombres contienen también hoy un conjunto de elementos coloniales y republicanos por lo cual toda conclusión sería prematura, en más de un aspecto.